Encuentra!

jueves, 19 de julio de 2012

¿Y vos qué estás aportando?

Internet es un mapa caótico del universo. Adentro podés encontrar prácticamente todo, si bien por lo general uno nunca sabe cómo llegó a una cosa en particular. Internet es, también, una fuente ilimitada de estupidez, pedantería y demostraciones de ignorancia. Caldo de cultivo ideal para el "trolling", término de moda entre los bloggers y cibernautas en general.

El otro día, revisando medio casualmente algunos videos sobre interfaces para la creación de música/imágenes en vivo, encontré este video de "V Motion Project":


The V Motion Project from Assembly on Vimeo.

Lo que presentan es un trabajo que combina la manipulación de algunos loops y secuencias pregrabadas, usando como "controlador" (mediante dos cámaras Kinect) a un bailarín en vivo. A su vez se crea una presentación visual que acompaña la música y va siguiendo al performer en las diferentes operaciones.

El resultado es bastante impresionante, pero más allá de los gustos personales y demás, lo que creo que se nota a primerísima vista es que hay un trabajo de desarrollo muy grande. De hecho, la gente del proyecto tiene subidas varias entradas que describen un poco cómo fue el proceso de trabajo, los obstaculos, las limitaciones, y las soluciones que tuvieron que generar para llegar a este resultado. Una de estas entradas aparece en el blog de custom-logic.  

Y ahora el terror de cualquier ser pensante: la sección de comentarios del video. A ver, ni por lejos sugiero que este sea un caso particularmente malo (no lo es para nada, el 90% de los videos de YouTube están atestados de comentarios mucho peores), pero ya que estaba viendo este proyecto en particular, hablemos de esto. Más allá de los muchos comentarios positivos de aliento y expresiones de asombro/gusto/interés, y de otros con preguntas y críticas que son interesantes en tanto demuestran atención a las dificultades que los realizadores tuvieron que enfrentar, o que piden clarificaciones sobre el proceso (comentarios del tipo de "¿Qué tanto de los movimientos controlaban sonidos y qué tanto controlaban efectos?" o "No queda claro qué es lo que hace cada elemento y cuánto es realmente en vivo", etc), aparecen un par de personajes que siempre tienen otra cosa para decir: "Perdón, pero no me impresiona. Es basura pseudo-dubstep", "La música es descerebrada y para nada buena", o mejor aún, "Redefiniste el concepto de verse como un idiota mezclando unos mp3". Podrá objetarse que, si es válido decirle a alguien "qué bueno" cuando algo te gusta, es igual de válido decirle "qué mierda" cuando no. Sin embargo hay una diferencia que me parece importante: cuando le decís a alguien que lo que hace es bueno, estás aportando ánimos al proyecto, estás tirando onda a los involucrados para que sigan trabajando, creando, corrigiendo, mejorando. Cuando le decís "qué mierda", ¿qué estás aportando? ¿cuál sería el objetivo? ¿decirlos que no sigan trabajando en eso? ¿que dediquen su tiempo, su trabajo, su esfuerzo, a otra cosa? ¿por qué debería alguien dedicar su laburo a algo que te parezca interesante a vos, en lugar de ponerlo en algo que le interese a él/ella?

Todos tenemos derecho a expresar nuestras opiniones, positivas o negativas, sobre lo que sea, e indudablemente hay muchos casos (y contextos) en que es válido y necesario ejercer una presión negativa hacia algo en particular (por ejemplo, cuando se discute la aplicación o creación de algún tipo de legislación que va a afectar la vida de las personas, o cuando se intenta llevar adelante o detener un plan económico/político/social, etc) pero acá estamos hablando de algo diferente. Estamos hablando de meterse en el espacio en que alguien muestra lo que hace sólo para decir que A VOS NO TE GUSTA. Como si eso debiera importarle a alguien. Si no te gusta, siempre tenés la opción de no mirar y no escuchar, de no dedicar tu tiempo a eso y hacer otra cosa. Porque en última instancia, ¿vos qué estás aportando?

lunes, 2 de julio de 2012

2022: ¿El año que pusimos pie en Marte?

Es una idea que viene de larga data, pero que ha vuelto a poner a soñar a los exploradores espaciales y científicos en general, especialmente en la última década: el primer viaje con tripulación humana hacia nuestro vecino planeta rojo.
Los problemas para concretarlo son principalmente dos. El primero es conseguir el financiamiento para un proyecto de cientos de billones de dólares, en un panorama actual en el cuál los presupuestos de exploración espacial están muy reducidos, en parte para financiar (en proporciones que podrían caracterizarse como “superhyperidículas” como mínimo) al ejército y el desarrollo armamentista. El segundo es que, si bien contamos con la tecnología necesaria para poner al hombre en la superficie marciana en un futuro muy próximo, el traer a ese hombre de vuelta es otro tema. No sólo implica triplicar o cuatriplicar el costo de la misión, sino que la infraestructura necesaria para hacer un lanzamiento de regreso a la Tierra desde Marte está lejos de las posibilidades actuales.

Ahí entra MARS ONE.



Lo que propone este proyecto es una doble-solución sencilla para los dos problema principales de la llegada de humanos a Marte. Punto 1: el viaje será sólo de ida. Exacto. En lugar de pensar en como llevar y traer de vuelta a los astronautas, se los llevaría con la idea de que se establezcan permanentemente en el planeta rojo (un lugar “horriblemente frío. Es polvoriento. Es triste. Es estéril. Es desolado. Y está increíblemente lejos de casa”, en palabras de Steve Squyers, encargado de los rovers marcianos y confeso “amante” del planeta), enviándoles esporádicamente provisiones, infraestructura, además de nuevos colonos que llegarían cada dos años. Y, contrario a lo que pueda parecer, no faltan los voluntarios dispuestos a embarcarse en dicho proyecto.
Lo que nos deja con la cuestión del financiamiento, el Punto 2. Y acá está la idea más, emmm… extravagante de MARS ONE, y es que toda la misión (desde la selección de candidatos y el entrenamiento de preparación hasta el viaje en sí y la vida en Marte) se va a formatear para televisión a modo de Reality Show. Literalmente. Hasta llamaron a Paul Römer, creador de Gran Hermano ( :-/ ) como consultor (o algo así) de esta faceta del proyecto.

Claramente, estos dos aspectos de MARS ONE son no poco controversiales. En lo personal, me preocupa más el segundo que el primero, porque la no-retornabilidad de la misión es, en todo caso, algo que los voluntarios conocerán de antemano, y estará en ellos decidir si se sienten capaces de pasar una vida lejos de casa. MUY lejos de casa. Respecto al segundo punto, creo que ni por un segundo debería olvidarse que este es un emprendimiento científico, uno de los más importantes y simbólicos que puedan emprenderse: la colonización, por primera vez en nuestra historia, de un planeta que no es el nuestro. Sin siquiera empezar a especular con otras cuestiones capitales, como la posibilidad de encontrar alguna evidencia de vida, que debe tener a los biólogos babeando. Pero ¿qué tan “televisable” es este proyecto, para una audiencia lo suficientemente masiva como para financiar los cientos de billones de dólares de costo estimado? ¿Hasta qué punto se puede confiar el soporte económico de tal emprendimiento a un formato de entretenimientos que necesite enganchar a un público que dificilmente esté acostumbrado a pasarse horas mirando científicos caminar por un desierto rojo juntando piedras? ¿O quizás Paul Römer estará planeando algunas intrigas románticas, alguna opereta entre un Comandante temperamental y un Piloto rebelde, o un MS romántico enamorado de una Ingeniera de Vuelo sensual-pero-esquiva?

De momento, y aún con muchos problemas que tienen que ser tratados y resueltos antes de que arranque el primer viaje (programado para el 14 de Septiembre de 2022), las perspectivas de realización parecen bastante realistas. Dudas aparte, quizás estemos frente a uno de los emprendimientos científicos más importantes de nuestra era. ¡Brindemos por ello!