Sobre
http://www.vialibre.org.ar/2011/09/01/se-aprueba-la-ley-de-la-musica-socializar-los-costos-privatizar-la-musica/#more-6464
Sobre la articulación de estos organismos reguladores y los derechos de autor, principalmente en el contexto (bastante repugnante) de España, por Ignacio Echeverría:
http://linkillo.blogspot.com/2009/05/los-perseguidores.html
Sobre Creative Commons y la circulación de las ideas, por Gilberto Gil:
http://www.derechosdigitales.org/2005/07/26/discurso-del-ministro-gilberto-gil-en-el-lanzamiento-de-creative-commons-brasil/
Entonces, cuál es el panorama desde Argentina. Resumiendo, una gran parte de los músicos, independientes o no, están haciendo fuerza para que se apruebe
La repugnante situación española (que se trata en el artículo de Echeverría) es más o menos la siguiente: allá funciona
Entonces surge la disyuntiva de qué queremos como músicos. A mí me parece muy bien que los artistas quieran vivir de su obra. Para poder hacer música yo tengo que trabajar de otra cosa, y no me gusta ni un poco. Me da plata a cambio de tiempo y energía que, de otra manera, podría destinar a la música. Me encanta grabar discos, si más no sea para disfrutar de ese simbólico acto de concreción de un proceso, de finalización para pasar a algo nuevo. Lo hago como puedo, en mi casa, y no puedo pagar un ProTools original. Me encanta tocar en vivo, al punto tal que me banco que el dueño del pub me cobre un alquiler y aparte se quede con parte de las entradas, aún cuando yo soy quien lleva a la gente, además de pagarme el sonido. Obviamente me encantaría que esto cambie. Pero creo que si las armas se apuntan a la criminalización del usuario (y las analogías a las actuales políticas de drogas son bienvenidas en este punto), entonces estamos siendo serviles a los mismos patrones de siempre, que se benefician con que cada vez sea más amplio el terreno de lo privado, cada vez sean más las barreras que los usuarios, los que quieren escuchar música, ver películas, leer un libro, tengan que atravesar a fuerza de billetera, como si el artista y su público fuesen en realidad enemigos, como si poder disfrutar del arte fuese en realidad una batalla entre creador celoso y espectador ávido. Y eso es una mierda.
Los músicos parecen ser los primeros interesados en que su obra esté protegida, en ser los creadores celosos de esa batalla ridícula en la que nos quieren meter. Como siempre está bueno mirarse a uno mismo para ver en dónde está uno parado, pregunto: ¿cuántos de nosotros, creadores de música o de cualquier otro objeto artístico, escuchamos únicamente discos si los compramos, películas si pagamos la entrada del cine o el alquiler del video, libros si pasaron por la caja registradora de la librería? ¿cuántas horas de videoclips vimos en YouTube (buena suerte a los que tengan la fantasía de encontrar videos musicales en Mtv)? ¿cuánto de lo que grabamos se hace con software legal? ¿y de las filmaciones que editamos? A mí me parece que no podés tenerlo de las dos maneras, y si exigís una cosa, mejor va a ser que estés dispuesto a vivir en el marco que esas exigencias imponen. Pero parece más fácil embarcarse en la fantasía de que si podemos evitar que nuestra música se descargue por internet vamos, de repente, a ser la próxima gran banda viviendo de las regalías de nuestros discos y pasando nuestros videos por los canales de música. A mí me parece que nos seguimos cavando nuestra propia tumba, y ese pozo ya es bastante hondo por sí solo.
¿Y entonces? Entonces, nada. El debate está lejos de terminado. Lo que me da esperanzas es que, dentro del pequeñísimo circuito en el que me muevo, los músicos suben sus discos a internet apenas los tienen terminados. Y los cineastas sus cortos y películas, y los escritores sus libros. Y cuando encuentro las manifestaciones físicas de esas obras, en el cine, en alguna feria independiente, en el local de algún amigo, saco unos mangos y los compro, porque siento que lo valen, y que lo valen mucho más que otras cosas en las que todos estamos dispuestos a gastar sin chistar. Y el que no tiene ganas de comprar, o no puede, bienvenido también. De esta página te lo podés bajar gratis, y por cierto, toco mañana, estás invitado. Por eso, y como política personal, todo lo que nosotros hacemos se puede descargar de internet, por nada. Y si te gustó y tenés ganas, al próximo lo podés comprar. Así estás ayudando a que podamos vivir de esto nosotros, y el pibe que se copó en diseñar la tapa, y el que nos ayudó con el mastering, y el que filmó el video.
Porque la música es libre, le guste a quien le guste. Y si el precio de vivir del arte es convertirla en otro comercio de cosas, en otro sector para que las maravillas del mercado hagan su magia, entonces no gracias, yo no compro. Me quedo con mi aburrido trabajo, y con mi música que amo, libre, siempre.
"Si hay algo en la Naturaleza que sea menos susceptible de propiedad exclusiva que todo lo demás, es la acción del poder intelectual llamada «idea», la cual un individuo puede poseer exclusivamente mientras se la guarde; pero el momento en que se divulga, se convierte por fuerza en la posesión de todos, puesto que el receptor no puede desposeerse de ella. Quien recibe de mí una idea recibe instrucción sin disminuir la mía; igual que quien enciende su vela con la mía recibe luz sin oscurecerme. Que las ideas deberían difundirse libremente entre las gentes por todo el globo, para la instrucción moral y mutua de la humanidad, y la mejora de su condición, parece algo diseñado de forma peculiar y benevolente por la naturaleza cuando las hizo, como el fuego, expandibles por todo el espacio, sin perder densidad en ningún punto, y como el aire que respiramos, en el que ns movemos y tenemos nuestro ser físico, incapaces de confinamiento o apropiación exclusva. Los inventos no pueden así, por naturaleza, ser sujetos a propiedad."
ResponderEliminarThomas Jefferson
muy muy bueno el post li! en serio... en breve te reposteo algo para seguir apilando barricadas.
ResponderEliminarun abrazo!!!
Dale! Espero tus ideas para seguir dando batalla
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